Todos los años llega septiembre y son muchos los que nos escriben con la pregunta “Como este año ha hecho mucho calor las endrinas han madurado antes, ¿verdad?”
Nuestra
respuesta siempre es la misma: NO. Ha hecho mucho calor pero la maduración está
retrasada. Y el resultado también es el mismo: quien ha hecho la pregunta
recoge las endrinas para hacer su pacharán el primer fin de semana de
septiembre.
Y
yo lo entiendo: resulta difícil creerse que tras un verano cálido las endrinas
todavía no estén maduras cuando todos sabemos de sobra que eso que llamamos
buen tiempo, el calor, aumenta el desarrollo de las plantas y la maduración de
las frutas. A todos nos ha pasado alguna vez, unos con plantas de flor, otros
con plantas de tomate: plantamos en primavera cuando tiene que comenzar a hacer
calorcillo y tras una semana en la que sin embargo las temperaturas se han
mantenido bajas la planta parece que en lugar de crecer haya menguado. Sin
embargo el año que tras plantar hay una o dos semanas de buen tiempo la planta
crece apreciablemente de un día para otro.
Por
eso esta lección de ciencias todos la tenemos bien aprendida: la temperatura
acelera los procesos biológicos de la planta y ésta tiene más energía para
crecer. Sin embargo, ¿qué ocurre si la temperatura sigue aumentando? Las hojas
de la planta se calientan excesivamente y necesitan enfriarse. Sorprendentemente
el mecanismo por el que se refrescan es casi idéntico al que nosotros usamos: las
plantas transpiran agua. Sudan.
La
epidermis de las hojas es impermeable al agua y los gases pero tiene repartidas
por ella estomas, células que forman poros y regulan el paso de agua y aire. Los
estomas de las hojas dejan salir agua y al evaporarse ésta la hoja se enfría.
Por lo tanto la hoja pierde agua para enfriarse pero no puede hacerlo
continuamente: necesitaría un aporte continuo de agua durante el día, algo que
no suele darse los meses de verano salvo en los cultivos con riego. ¿Qué hace entonces
la hoja para no deshidratarse? Cierra los estomas y se aísla del exterior.
Parece
una buena solución pero resulta que los estomas no sólo sirven para “sudar”: también
son el medio de respiración de la planta. Por eso cuando los estomas se cierran
las hojas dejan de perder agua pero también dejan de respirar C02 y el proceso
de fotosíntesis se para: la planta deja de producir energía y la maduración de
sus frutos queda en suspenso.
Estoma cerrado y abierto |
Cuando
por la noche refresca las hojas se hidratan y recuperan… si consiguen agua. Al
día siguiente si la planta ha bebido suficiente agua sus hojas están
rehidratadas, los estomas se abren y retoman la fotosíntesis… mientras la
temperatura no suba en exceso.
Pero
si la temperatura vuelve a subir otro día, otro más, una semana, dos semanas… Y
si a ello sumamos una continuada sequía nos encontramos con que las hojas de
las plantas y los árboles van debilitándose al perder agua, disminuyen su
grosor y se van arrugando, pierden color y… se secan. Y esto es lo que nos
estamos encontrando estos días en muchos árboles: vemos cómo las hojas de
hayas, encinos y robles comienzan a pardear como si estuviéramos en otoño. Y
las vemos volar, secas, cuando el viento zarandea los árboles.
¿Y
qué ocurre con los endrinos? Nuestro arbusto madura sus frutos lentamente y sólo están listos cuando comienza el otoño. Sin embargo
durante un verano tan cálido y seco como éste son muchas las horas de maduración que
pierde: todas aquellas en las que la combinación de sequía y altas temperaturas
provoca que sus hojas cierren los estomas para dejar de perder humedad y evitar
de esta forma secarse.
Y
aquí es donde nos encontramos el efecto del llamado cambio climático. Este
fenómeno hace que las temperaturas sean más altas cada año pero también que las
precipitaciones sean cada vez más escasas durante el verano. Esto es fácilmente
comprobable: la semana pasada, a primeros de septiembre, oía en el telediario
que en Murcia no llueve desde marzo. Bueno, Murcia es tierra seca dirá alguno. Por
eso mejor tomar como ejemplo Tierra Estella, zona húmeda y fresca
de Navarra. Y aquí no llueve desde principio de julio. ¿Y la temperatura? Si
consultamos la estación meteorológica de Estella podemos comprobar que desde el
1 de julio se han acumulado 88 horas de temperaturas superiores a 30 grados. No
parecen muchas, pero si las dividimos entre las 18 horas de luz diaria nos salen 5,5
días durante los que podría no haber habido fotosíntesis con esta combinación
de sequía y temperatura. Evidentemente esto no es ciencia, estamos suponiendo
muchas cosas, pero nos da una idea de lo que puede estar ocurriendo: unos cinco días
de retraso de maduración.
En
fin, no sabemos si esto se convertirá en una
tendencia o es algo puntual, aunque es cierto que estos últimos veranos han
sido muy cálidos: 2015 fue el año más cálido de la historia y 2016 está
batiendo el récord mes a mes. Y si esto continua así y la teoría expuesta es acertada cada año deberíamos coger
las endrinas más tarde, bien entrado el otoño, o incluso ya cerca del inicio del
invierno. Pacharaneros:
habrá que adaptarse.