Observo
mi copa de pacharán y veo que en ella sólo queda un último sorbo; lo muevo en
la copa y aspiro su aroma retrasando el momento de tomármelo. Porque cuando me
gusta una copa siempre me da algo de pena acabarla.
Y
recuerdo que no lo veía tan claro cuando la veía llena. La miraba con
precaución, la olía con desconfianza, como sin querer fiarme de su atractivo aroma a nuevo, dulce y afrutado. Pero poco a poco fui
tomándomela a sorbos, como a mí me gusta. Han sido 11 ya los sorbos que
de ella tomé y todos los recuerdo por el sabor dulce que dejaron en mi boca.
Cierto que entre sorbo y sorbo también hubo sensaciones duras y algún sabor
amargo, pero al final el dulzor del pacharán siempre termina ganando a la más
áspera de las situaciones.
Y
ahora volteo en la copa el sorbo que me queda con una pena que no acabo de
entender cuando sé que en seguida volveré a ver mi copa llena. Por eso giro
de nuevo la copa y doy el último sorbo para terminar este 2016, como siempre, con
el dulzor del pacharán en mi boca.
¿Un
deseo para 2017? Ver de nuevo mi copa llena y poder volver a disfrutarla
hasta el final a sorbos, como a mí me gusta.
Feliz 2017