Si
salimos al monte en agosto vemos cómo las endrinas ya tienen su color negro
azulado característico. Entonces nos hacemos la pregunta: ¿las recogemos ya?
Hay razones que nos empujan a hacerlo: ya que estamos aquí, mira que si no
vendrá alguien y se las llevará… Pero el sentido común debe prevalecer para
ayudarnos a esperar hasta que estén perfectamente maduras.
Y
es que, aunque tengan el color negro azulado, si a mediados de agosto probamos
una endrina notaremos cómo cruje su pulpa como si fuera una manzana. Y su
verdor nos deja la lengua y el paladar con sensaciones tan ácidas y
astringentes que nuestra cara expresará un gesto de gran disgusto. ¿Qué ocurre
si cogemos ya estas endrinas? Al macerarlas no aportarán mucho color porque
todavía no lo han desarrollado del todo, en contra aportarán al pacharán una
acidez altísima que no lo hará agradable ni tampoco digestivo.
Hay
que esperar todavía como mínimo un mes, mejor todavía dos hasta octubre.
Entonces las endrinas tendrán ese mismo color negro azulado pero habrán tenido
tiempo de madurar perfectamente. La pulpa estará blanda, como en una ciruela
madura, y al morderla producirá jugo. La acidez y astringencia se habrán atenuado
mucho haciendo posible incluso comer el fruto, a pesar de que no tiene
prácticamente nada de dulzor.
Por
tanto lo ideal será esperar hasta octubre para recoger nuestras endrinas. Y si
alguien se llevó en agosto las de algún arbusto que esperábamos cosechar peor
para él, porque tendrá un pacharán verde y ácido que poco se parecerá al amable
licor que prepararemos con las endrinas de octubre.