Me acabo de dar cuenta de que están llegando las navidades y…. Sí, ya sé que no os lo creéis: imposible no haber visto los anuncios, el turrón en los supermercados, las luces en las calles… Pero es que como cada año las ponen antes en estos momentos más que un anuncio de las navidades me parece un recuerdo del otoño. Además, con el buen tiempo de este año ni siquiera parece invierno todavía…
El caso es que esta tarde me ha llamado mi madre para preguntarme qué ponemos en la cena de navidad y casi me ha dado un ataque de vértigo… ¡ya estamos en navidades! ¡¡¡Y yo sin terminar mi pacharán!!!
Esto es lo de todos los años: con toda la ilusión a finales de septiembre preparo mi anisado, recojo las endrinas, pongo a macerar varios frascos de 3,6 litros y con la ilusión todavía intacta los muevo cada día… aunque sólo durante la primera semana. Después me acuerdo de moverlos cada dos o tres días. A las tres semanas ya sólo me acuerdo de él la mañana de los sábados, antes de salir al monte.
Y este año me doy cuenta de que llevo varias semanas sin acordarme de mi pacharán. Menos mal que siempre lo termino de hacer en navidades y, como es una de mis escasas aportaciones a la comida familiar, son ellos los que se acuerdan de recordármelo, que si no lo mismo me da semana santa y termino haciendo el amargo licor que queda después de 6 meses de maceración.
Así que hoy me pongo a terminar mi pacharán. Lo primero es coger con cuidado los frascos; procuro no moverlos porque así aprovecho que llevan por lo menos dos semanas abandonados y por ello el pacharán está muy reposado, limpio y brillante. Aun así hay que filtrarlo: busco el embudo y le pongo una camiseta de algodón limpia. Antes lo pasaba por un filtro de papel de los que se usaban en las cafeteras melita pero hace varios años no sé si se me acabaron o los perdí y comencé a utilizar la camiseta. Y creo que funciona por lo menos igual de bien, además se filtra más rápido a pesar de que la utilizo por la parte del cuerpo poniéndola doble. Eso sí, uso una camiseta que he lavado a mano y sin jabón para evitar olores de detergente y suavizante.
Acordaros de que el filtrado es importante porque, aunque parezca brillante, siempre hay algún trocito de piel por ahí flotando, pero sobre todo porque cuando inclinamos más el frasco son muchos los posos que arrastra el pacharán.
Por cierto, el primer año que usé los frascos de 3,6 litros me encontré con un problema al filtrarlo: ¿dónde pongo los 3 litros de pacharán? Es un rollo lo de ir llenando botellas porque terminas agitando mucho el frasco, así que el segundo año compré varios frascos más y así filtro a alguno de los que tengo vacíos. Después mantengo el pacharán en los frascos y voy llenando las dos botellas que suelo tener llenas, una en el frigorífico y otra de reserva, y para cuando llega septiembre ya tengo varios frascos vacíos para la nueva añada.
Al principio de la filtración cae un buen chorro de pacharán pero poco a poco se va cegando la camiseta, entonces voy moviéndola para cambiar el trozo que está dentro del embudo. Como es difícil no probar la nueva añada me pongo una copa: limpio, brillante... estupendo.
Al principio de la filtración cae un buen chorro de pacharán pero poco a poco se va cegando la camiseta, entonces voy moviéndola para cambiar el trozo que está dentro del embudo. Como es difícil no probar la nueva añada me pongo una copa: limpio, brillante... estupendo.
Terminada la filtración fijaros cómo queda la camiseta, se aprecian sustancias densas y también trozos de piel; todo eso le hemos quitado a nuestro pacharán. Ya podemos llenar alguna botella, yo preparo la que llevaré a la cena de navidad.
¿Qué
no queréis terminar vuestro pacharán porque os queda del año pasado? Mala opción: el
pacharán hay que terminarlo cuando está hecho, no cuando lo vas a beber. Os recomiendo
hacer lo que yo hago con el pacharán del año pasado. Vamos lo que estoy
haciendo ahora mismo: llenar en unas cuantas botellas el pacharán que todavía
me quedaba y… ¡ya tengo regalo de navidad para los amiguetes!