Es
bastante habitual comprar anisado envasado en garrafas de plástico para hacer el
pacharán casero y usar esas mismas garrafas para poner las endrinas a macerar.
Pero, ¿se hace así porque es lo mejor? ¿O se hace así porque es lo más sencillo
y práctico? Seguro que, como yo, apuestas por la segunda razón. Y, ¿desde
cuándo lo más fácil es lo mejor?
El
plástico no es un material inerte: se degrada con cada uso, cede ftalatos (compuestos químicos que dan flexibilidad a los plásticos y son perjudiciales para la salud) y, a
la vez, transmite sabores a los alimentos. Hay plásticos de mayor o menor
resistencia a la cesión de ftalatos (cuanto más flexible es el plástico, más peligroso), que transmiten mayor o menor sabor...
pero eso también depende de cuál sea el líquido que contengan. Así el agua se
puede almacenar en plástico sin demasiados problemas porque es un líquido muy
neutro. El alcohol, sin embargo, es un disolvente (se utiliza en perfumería, en
medicamentos... por esas propiedades). Y, ¿qué ocurre si ponemos un disolvente
dentro de un envase de plástico que puede ceder sustancias?
A
ello tenemos que añadir que las endrinas aportan acidez al pacharán y, de esta
manera, se refuerzan las características disolventes y agresivas del alcohol. El
resultado lo ha comprobado mucha gente que ha fermentado vino o sidra o macerado pacharán en envases de plástico: aparecen aromas plásticos, de disolvente o de caucho.
Entonces,
¿qué hacemos? Como tantas veces: descartar la solución fácil y buscar la mejor.
Y tampoco es que la mejor solución sea muy complicada. Todos sabemos que hay un material totalmente inerte y aséptico
a nuestro alcance: el vidrio del que están hechos frascos y botellas... ¡utilízalos
siempre para macerar tu pacharán! Y, siempre que puedas, huye de los anisados y todos los licores comercializados en envases plásticos.