Nos llega esta pregunta al blog y nos sorprende no haber escrito todavía una entrada tratando el tema. Porque es cierto que todos los pacharaneros nos hemos encontrado con endrinas de diferentes tamaños… y también de diferentes formas. ¿Por qué? Para averiguarlo tendremos que conocer más acerca del arbusto.
Ya
sabemos todos que la endrina es el fruto del arbusto Prunus spinosa. Pertenece por tanto al género Prunus, formado por árboles y arbustos del la familia Rosaceae. Este género incluye variedades
cultivadas por sus frutos como la ciruela, cereza, albaricoque, melocotón y
almendra, también muchos otros arbustos de frutos menos cotizados que se
mantienen de forma silvestre como el endrino.
El
género Prunus tiene la sorprendente
cantidad de 700 especies descritas pero sólo 100 de ellas están aceptadas. El
resto no tienen elementos diferenciadores suficientes para ser aceptadas como una
nueva especie y se definen como híbridos,
variedades o ecotipos de las especies
aceptadas.
¿Por
qué tantos híbridos y variedades? Para entenderlo mejor tenemos que hablar de
la polinización.
Cualquier
lectura no demasiado técnica sobre la polinización nos aclara que la mayor
parte de los cultivos agrícolas son polinizados por el viento (se denominan anemófilos) o son autopolinizados por
una misma flor (llamados autógamos).
Y sólo un 30% de los cultivos necesitan de los insectos u otros animales para
conseguir polinizarse. Por supuesto entre ese reducido grupo se encuentran el
género Prunus y, por tanto, el
endrino.
Y
leo que la causa de esta dependencia de los insectos es que las flores de un mismo
árbol no pueden polinizarse entre sí y necesitan lo que se denomina polinización cruzada, es decir el polen tiene que proceder de otro árbol. ¿Y
cómo se sabe esto? Al parecer hace años que a alguien se le ocurrió cerrar
árboles y arbustos en una malla anti-insectos para demostrar que, si éstos no
pueden llegar a las flores del árbol, no hay frutos. Según el artículo que leo
la necesidad de esta polinización cruzada es el resultado de una herramienta
natural para evitar la endogamia que provocaría una erosión genética, esto es
la debilidad de la especie y, muy probablemente, su desaparición.
Por
ello para polinizar un endrino necesitamos que llegue a él polen de un arbusto
distinto, es decir de un ejemplar que sea un híbrido o variedad distinta. Es
fácil entender que si cada endrino silvestre poliniza con polen de un endrino
distinto las semillas que den sus frutos serán también distintas y los arbustos
que de ellas puedan germinar tendrán características ligeramente distintas a
las de sus progenitores. Entre estas características diferentes podrá estar la
forma de las hojas, la densidad de hojas en las ramas… y el tamaño y forma del fruto. Si tenemos en
cuenta que esto ocurre todos los años vamos entendiendo la gran cantidad de
híbridos o variedades que podemos encontrar en el campo.
Ya
no nos sorprenderá más cuando distingamos diferencias entre los endrinos de los
que recogemos nuestras endrinas: alguno
nos sorprende con sus ramas lloronas, en otros observamos hojas algo más
grandes, incluso los hay sin pinchos que dificulten la recogida de los frutos. Y
cuando tenemos las endrinas en nuestra mano las veremos diferentes en el tamaño
pero también en la forma: unas ovaladas, otras redondas, incluso encontramos endrinas
siamesas…
Lo
mismo ocurrirá tras comerlas y nos fijemos en sus huesos: apreciaremos cómo
algunos son redondos mientras que otros son muy planos, habrá huesos grandes y
pequeños, huesos con aristas muy marcadas, huesos dobles…
¿Habrá
diferencias entre los pacharanes que elaboremos con ellos? ¿Es mejor usar un
tipo de endrinas en concreto? Como esta entrada ya ha sido bastante larga dedicaremos
otra a responder a esta pregunta.
¿Quieres leerla? Pulsa el enlace: ¿Son mejores las endrinas pequeñas para hacer pacharán?
¿Quieres leerla? Pulsa el enlace: ¿Son mejores las endrinas pequeñas para hacer pacharán?