Descubríamos en la
entrada anterior el origen holandés de la ginebra, incluso el nombre de su
inventor: Franciscus De Le Boë Sylvius. También que la inventó como un
medicamento contra la gota y su rápida popularidad en Holanda. Nos ocuparemos
hoy de su apropiación por los ingleses como uno de sus símbolos patrios a
partir de 1680.
Los soldados
ingleses y holandeses se encontraban a menudo en los campos de batalla del
siglo XVII, sobre todo en la guerra de los 30 años que enfrentó a ingleses y
españoles en la segunda mitad del siglo. Durante las batallas l os
ingleses distinguían el valor de aquellos holandeses que llegaban a luchar con
tal fiereza que parecían poseídos por el diablo. Y claro, como los ingleses no
podían admitir que el enemigo fuera más valeroso que ellos terminaron
adjudicando esa fiereza a la bebida que les veían tomar antes y durante el
combate desde pequeñas botellas. Los ingleses la consideraron responsable de lo
que denominaban el Dutch Courage y se llevaron a Inglaterra la fórmula de su
elaboración casi como si se tratara de la pócima de Astérix.
Imagen de la Guerra de los 30 años |
Ya en Inglaterra la
bebida genever se convirtió en geneva al confundir la palabra con la
capital suiza por su misma pronunciación, aunque enseguida comenzó a ser
denominada con la primera sílaba, gen,
que finalmente pasó a ser escrita como la pronunciaban, gin.
El gin comenzó por
tanto a elaborarse en Inglaterra hacia 1680, pero en aquellos años los
destilados eran una bebida reservada para la aristocracia por su alto precio.
La razón es que años antes, en 1638, el rey Charles I había cedido los derechos
para la producción de las “strong water” y el comercio nacional e internacional
de espirituosos a la empresa Worshipful Company of Distillers. En 1643 impuso
una tasa a los destilados nacionales e importados lo que hizo que sólo los
nobles y adinerados tuvieran acceso a ellos.
Emblema de la Worshipful Company of Distillers |
Por ello la
adopción definitiva del gin por los ingleses comenzó un poco más tarde, en 1689,
cuando William III (William de Orange) llega desde Holanda y se hace con el
trono inglés apoyado por algunos lords, grandes terratenientes que producían
mucho grano. William II inmediatamente regula
el comercio de aguardientes para, por un lado, ayudar a comercializar las
cosechas de los lords que le apoyaron para llegar al trono, pero también para
obstaculizar la importación de brandy del enemigo francés. Entre otros promulgó
un real decreto reduciendo los impuestos sobre los destilados elaborados en
Inglaterra y alentando el consumo de gin, que debía ser elaborado con grano
inglés, viniendo a decir que todo buen patriota debía consumir gin… o así al
menos lo entendió el pueblo inglés para inmediatamente demostrar su alto patriotismo.
William III |
Y queda claro que
mucho era el patriotismo de los ingleses de la época porque sólo en el año
siguiente los ingleses consumieron casi dos millones de litros. A partir de ahí
el crecimiento continuó exponencial
convirtiéndose en la bebida de las masas por su bajo precio, ya que la cerveza
estaba sometida a un elevado impuesto para financiar la guerra y, sin embargo,
la ginebra cada vez los tenía más bajos llegando a ser más económico comprar el
mismo volumen de gin que de cerveza.
El resultado: por
fin la igualdad social había llegado al mundo de las bebidas y los pobres
podían permitirse emborracharse tanto como los ricos, los únicos que hasta
entonces podían permitirse el caro brandy francés y otros destilados.
La situación mejora
aun más para la ginebra cuando la reina Ana elimina el privilegio de la
Distiller’s Company que hasta la fecha ejercía un férreo control sobre la
destilación. Esto democratiza todavía
más el acceso al gin: a partir de ese
momento cualquiera puede destilar y vender ginebra sin ninguna supervisión,
únicamente es necesario el anuncio público del ejercicio del negocio y a las
semanas se podía comenzar a destilar y comerciar. Mucha gente comienza a
elaborar ginebra a partir de maíz malteado destilándola con escasos medios para
obtener un producto sin ninguna calidad y, por ello, con malos sabores; para
enmascarar los defectos se añadía mucha azúcar y hasta se llegaba a usar
trementina (aguarrás) mezclada con el alcohol para alargar la producción.
Sin embargo a pesar
de su mal sabor la ginebra es considerada una bebida más saludable que el agua
al estar libre de bacterias, de hecho durante los primeros años se vende en
farmacias por sus efectos medicinales (la mayor parte falsos) a un precio muy
bajo. Resulta por ello más más barata y fácil de adquirir en las ciudades que
el agua limpia o la cerveza y, además, su consumo aporta una barrera mental
contra el frío.
El consumo aumenta
rápidamente en Londres y otras grandes ciudades, fundamentalmente entre las
clases obreras. Esto dará lugar poco más
tarde al periodo conocido como Gin Craze, la locura de la ginebra, que se extiende
entre los años 1720 y 1751 y que quizás sea la parte más impactante de la historia
de la ginebra y de los destilados.
Pero antes de
dejarlo hasta una nueva entrada avanzaremos un dato sorprendente: en 1721 una
cuarta parte de los residentes en Londres estaban empleados en la producción de
9 millones de litros de ginebra. ¿Qué pasará a partir de aquí?