Cuando somos jóvenes siempre nos vemos distintos que las generaciones anteriores. Seguramente no lo seamos, pero nos vemos distintos y buscamos actitudes que marquen esas diferencias.
En mis tiempos jóvenes el pelo largo, el calimotxo, la canción de autor, las juergas por los bares hasta el alba y el cubata navarro o pacharán con naranja, butanito lo llamábamos.
Muchos de aquellos han “madurado” y ahora peinan canas bien recortaditas, beben crianza en copa grande, gin tonics de marca y whisky de malta en bonitos bares con música en inglés.
Los jóvenes actuales no van de bares, “ahora somos distintos” dicen. Compran bebida, vasos de plástico, cubitos de hielo en el supermercado, se van al parque o a la plaza y allí pasan las primeras horas de la noche. Fuera de los bares, alejados de las generaciones anteriores, “fuera del sistema” pensarán.
Salgo del bar con el inconfundible sabor del pacharán con naranja en la boca y veo el primer grupo de jóvenes haciendo botellón. Beben gin tonics de marca y cubatas de whisky de malta en vasos de plástico alrededor de un banco lleno de bolsas.
Y pienso: qué cosas, para ellos “madurar” sólo supondrá entrar al bar.