El
pacharán es una bebida de año, como el vino: todos los años recogemos los
arañones y elaboramos un nuevo pacharán que consumiremos durante el año
siguiente. Además sus principales características, su color de tono rojo y su
aroma afrutado, son caracteres de productos jóvenes, como el vino rosado por
ejemplo, que con los años evolucionan, oxidan y se van perdiendo.
Por
ello el pacharán debe consumirse durante el año siguiente a su elaboración.
¿Qué ocurre durante los años posteriores? El color irá evolucionando a tonos
marrones y tejas perdiendo atractivo. El aroma irá perdiendo frescor y su
característico y suave afrutado poco a poco irá desapareciendo. Los cambios que
se desarrollan durante el envejecimiento del pacharán son, por tanto,
negativos, y nada positivo puede aparecer por lo que no es conveniente
guardarlo para que envejezca en la botella.
Si
queremos, de nuevo, compararlo con los vinos, está claro que su reflejo sería
el rosado: un producto fresco que se consume durante el año y no se envejece ni
comercializa con añadas pasadas porque nada bueno le aporta.
Pero
claro, en los vinos podemos ver su añada para rechazar los viejos pero... ¿cómo
lo hacemos en el pacharán? Está claro que con el pacharán casero que hacemos
nosotros mismos debemos acabar la añada anterior antes de comenzar los nuevos
pacharanes. Las navidades se convierten en una ocasión fantástica para
terminarlo en las largas sobremesas que solemos hacer o, también, para regalar
esas botellas que nos quedan del año anterior a familiares y amigos.
¿Y con
el pacharán que compramos embotellado? En este caso es complicado porque las
marcas no suelen informar de la añada ni de la fecha de embotellado pero, si
buscáis bien, encontraréis que hay algunas marcas que sí lo hacen. Vuelve a ser
interesante buscar y elegir bien.