Elegir pacharán


Estoy de nuevo en el bar, tomando mi copa de pacharán navarro. Y de nuevo escucho conversaciones robadas a otras gentes que están en la barra.
A mi lado una pareja pide dos vinos. ¿Rioja o navarro? pregunta el camarero. Da igual, responden, pero que sea crianza.
Me sorprende que haya gente con tan poco criterio para elegir, o con tan buen conformar que diría mi madre. No sé, quizás tienen suerte: a mí nunca me ha dado igual y sé que muchas veces resulta un problema. Ya me lo dice mi madre: desde luego qué rarito eres, hijo.
Por ejemplo estoy en el bar, no en un bar porque no es uno cualquiera. Y tomo mi copa de pacharán navarro, lo he pedido claramente y hasta he observado cómo me lo servían para que no cogieran cualquier botella de las típicas de anís, de esas que  tienen en la cámara y sirven tapando la etiqueta con la mano.
También selecciono los vinos que tomo. Fíjate, a mí no me importa tanto que sea crianza mientras sea lo que yo elijo: un navarro si estoy en mi tierra, un vino de la tierra cuando viajo y prefiero probar cosas.
Tengo hasta mis métodos para elegir vinos cuando estoy de vacaciones y no conozco las marcas. Porque me gusta  traerme de vuelta vinos para beber con los amigos, recordar las vacaciones y contárselas sin que puedan evitarlo porque las anécdotas vienen al hilo del vino que descorchamos.
Suelo comprar vinos de precio medio y para seleccionarlos busco botellas en las que encuentro alguna señal de personalidad propia: un modelo elegido por su peculiar forma, una etiqueta que transmite algo... siempre he pensado que quien busca el detalle en la botella es porque tiene mucho cariño a lo que va a poner dentro. Por eso rechazo los diseños estándares, simples, anticuados y sin sentimiento: en ellas veo señal de elaboradores con poco detalle, sin pasión por su trabajo.
Lo mismo aplico al pacharán y huyo de esas botellas de anís que más que tradicionales veo como viejas de tanto uso. Hasta me transmiten precaución por la cantidad de veces que se usan para el fraude, para vender mal pacharán o pacharán diluido con agua, amparados por ese olor a viejo y rancio que muchos confunden con lo tradicional. Quien pone un pacharán en una de esas botellas poco aprecio le demuestra, poco cariño y esmero puso en su trabajo, pienso.
Elijo siempre pacharán navarro, por supuesto, buscando la marca de la IG y su sello de control. Pero entre ellos también elijo y, buscando, doy con una botella que nada más verla transmite sentimiento, calidad… y una imagen de tradición renovada.
Por eso hoy en el bar he pedido mi copa de pacharán navarro Berezko. Lo estoy saboreando, disfrutando de su calidad, de las emociones que me transmite y pienso que merece la pena elegir. Doy otro sorbo de Berezko y me digo a mí mismo: sí, me lo merezco.