Estoy haciendo la compra. En mi casa la hago siempre yo, es una de mis tareas y además me gusta. Tengo mi sistema: como los supermercados tienen un orden parecido me hago una lista siguiendo ese orden y así no doy vueltas buscando la siguiente cosa de la lista. Así es muy fácil hacer la compra.
Paso por la sección de pescados. Ahí sólo hay pescado: una etiqueta identifica las merluzas, otra la sepia, al lado los pulpos con su etiqueta.
Después la sección de verduras; aquí, lógicamente, sólo frutas y verduras. Tomates, lechugas, patatas, manzanas, todo ordenadito.
También voy a la sección de carne; vacuno, porcino, aves… cada cosa en su sitio… muy fácil.
Compro vino. Fácil: DO Navarra con dos metros de lineal, blancos, rosado, crianzas… todo ordenado y hasta clasificado por precios.
Llego al pacharán. Leo en el lineal: Reyno Gourmet, Pacharán Navarro. Me sorprende una botella de precio más económico y a ella va mi mano. ¡Sorpresa! No es pacharán, es un licor. Al lado veo otra botella de licor… de guindas. Junto a ellas hay botellas de pacharán que no veo de dónde son pero desde luego no son pacharán navarro…
Qué difícil, pienso, resulta a veces comprar Pacharán Navarro.