La imagen del endrino a finales de mayo puede confundirnos si recordamos cómo terminábamos abril: las ramas repletas de endrinas nos anunciaban una buena cosecha. Pero qué distintas se ven las cosas a
finales de mayo: vemos árboles con muchas ramas sin fruto, otras que sí tienen
pero de tamaños muy desiguales… ¿qué es lo que ha ocurrido durante el mes de
mayo?
Vayamos
poco a poco. A finales de abril veíamos
cómo las flores cuajaban. Así se llama al resultado de la polinización en los
frutales y si nos dicen que hay un buen cuajado significa que las flores han
polinizado y que se están desarrollando los frutos.
Sin embargo al avanzar el mes de mayo si observamos de cerca las ramas vemos que los frutos van cogiendo tamaño… pero sólo algunos frutos porque otros quedan muy retrasados, pequeños y envueltos en restos de flor y pelusillas…
Seguimos
mirando con atención y vemos que esos frutos retrasados, pequeños, se van
tornando amarillos y anaranjados en contraste con los hermanitos que crecen sanos, verdes y
robustos.
Esto
es normal en todo tipo de frutales: no todas las flores polinizadas consiguen
sacar adelante su fruto y parte de ellos no se desarrollan, se mantienen al
principio diminutos mientras otros frutos van ganando tamaño, y finalmente toman
color naranja y van cayendo al suelo. Y es normal porque sería imposible para
el árbol sacar adelanta los frutos de todas sus flores: las ramas se romperían
por su peso, el árbol no podría producir savia para todos… así que de forma
natural siempre hay una parte de los frutos que se pierden durante la
primavera.
Y
cuando la primavera es fría y lluviosa como este mes de mayo la pérdida de
frutos es mayor todavía: el viento frío, una nevada tardía, la lluvia durante el cuajado provocan la pérdida de gran parte de los frutos. Si además llegara a helar durante estas semanas la pérdida de producción sería total.
Podemos
observar ramas en las que un lado ha perdido todos sus frutos mientras que el
otro tiene prácticamente todos con un buen tamaño. Y resulta fácil adivinar de
dónde entraba el viento ese día especialmente frío que echó a perder un buen
número de endrinas.
A
finales de mayo también puede haber una helada pero, como las endrinas están ya
formadas y tienen un buen tamaño, la mayor parte pueden salvarse aunque hay algunas que sí se
hielan. Reconocemos el resultado de la helada por el color negro que adquieren
las endrinas, como si se hubieran quemado.
Si
seguimos observando los endrinos nos llevamos más sorpresas porque podemos encontramos pequeños frutos dobles,
algunos naranjas, próximo ya su fin, pero también otros sanos y robustos, incluso
vemos auténticos siameses que crecen espalda contra espalda.
Y así, observando frutos, llegamos incluso a encontrar algunos triples, algo que viene a ser algo así como encontrar un trébol de cuatro hojas. Quién sabe, quizá anuncie alguna fortuna.
Y
fortuna es lo que hemos aprendido que necesitan los endrinos para sacar
adelante a su prole. Primero para que culminen con éxito su cuajado, más
difícil de lo que inicialmente parecía. Y luego para salir adelante sin verse
afectado por las enfermedades que comienzan a proliferar con el aumento de las
temperaturas. Pero no debemos adelantar lo que puede ocurrir en junio por lo que nos quedamos en este final de mayo con la imagen de las endrinas sanas desarrollándose verdes, mimetizadas entre las hojas.