Hoy
he dedicado un rato a ordenar lo que en casa denomino mueble-bar y que no es
más que dos estantes del armario que tienen puerta de vidrio. Dentro se van
quedando las botellas de bebidas que voy recopilando, ya sea recuerdos de viajes
o regalos de amigos. También mis botellas de pacharán para reponer la que
siempre está en el frigorífico.
Viendo
todas estas botellas se me ocurre pensar en la gran variedad de productos que
elaboramos con una sola materia prima, el alcohol. Y me pregunto cuál es la
razón de que sean tan distintos, y si será por la forma de obtener el alcohol.
¿Y cómo se obtiene el alcohol? Todavía recuerdo cómo me lo explicaban en el colegio y así me lo vuelvo a explicar a mí mismo: el alcohol lo producen las levaduras al consumir los azúcares de un líquido. Las levaduras se alimentan del azúcar y, como resultado de su digestión, producen CO2 y alcohol. El CO2 son las burbujas que vemos en la fermentación y que se escapan en el aire, sin embargo el alcohol se queda en el líquido.
¿Y cómo se obtiene el alcohol? Todavía recuerdo cómo me lo explicaban en el colegio y así me lo vuelvo a explicar a mí mismo: el alcohol lo producen las levaduras al consumir los azúcares de un líquido. Las levaduras se alimentan del azúcar y, como resultado de su digestión, producen CO2 y alcohol. El CO2 son las burbujas que vemos en la fermentación y que se escapan en el aire, sin embargo el alcohol se queda en el líquido.
En
estas bebidas el alcohol se produce por la fermentación y su aroma y sabor
proceden tanto del producto fermentado (aromas primarios) como de la acción de
las levaduras (aromas secundarios). Y el resultado final es tan distinto que es
lógico que llamemos a cada uno de una forma distinta.
La
fermentación de bebidas se descubrió hace miles de años y, de hecho, constituye
uno de los alimentos elaborados más antiguos de la humanidad. Supongo que
alguien se daría cuenta del resultado de dejar un mosto o zumo al aire durante
varios días… y se sorprendería del sabor. Seguro que un poco más tarde también
del efecto que le causaba tomarlo.
El
vino y la cerveza ya estaban presentes en las primeras civilizaciones egipcias.
Incluso la primera escritura de la humanidad, que fue encontrada en la antigua
Mesopotamia, y que data de 3300 años antes de Cristo, reflejaba la contabilidad
de la cerveza que, al parecer, utilizaban como moneda. (La piedra está expuesta
en el British Museum, más información en este enlace).
Claro
que para poder obtener estas bebidas la fruta de la que partimos ha de tener un
alto contenido en azúcares, algo que no ocurre con la endrina. Cualquiera que
haya probado una endrina recordará su sabor ácido y astringente (deja seco el
paladar) y cómo al comerla se echaba de menos el dulzor. Por eso sabemos que
las endrinas no tienen azúcar suficiente como para fermentarlas y obtener
alguna especie de vino.
Entonces,
¿cómo conseguimos el alcohol del pacharán? Para descubrir cómo obtenerlo tuvimos que esperar
bastantes años desde la antigua Mesopotamia, así que por qué no esperar unos
días más hasta la próxima entrada del blog: la destilación.
Lee la serie completa de El alcohol del pacharán: