Estoy haciendo la compra. En mi casa la hago siempre yo, es una de mis tareas y además me gusta. Tengo mi sistema: como los supermercados tienen un orden parecido me hago una lista siguiendo ese orden y así no doy vueltas buscando la siguiente cosa de la lista. Así es muy fácil hacer la compra.
Mojito de pacharán
Esta noche estoy disfrutando en casa escuchando música y tomando mi pacharán navarro a sorbitos, como a mí me gusta. Hoy lo noto muy refrescante y es que he decidido preparármelo de una forma veraniega para brindar por el fin del verano: es 21 de septiembre, mañana comienza el otoño.
¿Pacharán?
Siempre me han dicho que soy demasiado curioso, que me quedo mirando todo y a todos, que se me nota mucho… Pero es difícil cambiar. Hoy me doy cuenta en este bar, debo parecer un “vigilante de la barra”, atento a los movimientos de clientes y camareros.
Septiembre
Estoy tomando mi copa de pacharán navarro en la barra del bar al inicio de este mes de septiembre.
La tomo a sorbitos, como a mí me gusta, mientras miro el periódico echando de menos los que ojeaba en agosto: esos días daba gusto pasar las páginas disfrutando la ausencia de noticias negativas. Como políticos, banqueros, jueces y futbolistas estaban de vacaciones sus noticias eran sustituidas por reportajes entretenidos, crónicas de festivales y conciertos, fiestas de pueblos, olimpiadas y alguna vuelta ciclista.
Pacharán y dolor de estómago
Estoy
en casa después de cenar en lo que llamo mi momento pacharán: sentado en el
sillón escucho música mientras disfruto de mi pacharán navarro a pequeños
sorbos, como a mí me gusta. Hoy ha hecho bastante calor, por eso me tomo mi
pacharán en un vaso ancho con hielos que agito al ritmo de la música.
El lado amable
Estoy dando un sorbo de pacharán en la barra del bar apreciando su paso amable por el paladar cuando otro cliente deja el periódico a mi lado. Me sobresalto con los titulares de su portada, son tan directos y descarnados que casi ofenden. “Descalabro”, “Quiebra”, “Rescate”… En un acto reflejo doy la vuelta al periódico ocultando su portada.
Viejos prematuros
Estoy
asomado a un puente viendo el río. Es un río truchero, o al menos lo era, y
estoy con el cuerpo apoyado en el muro del puente mirando el agua, intentando
en vano adivinar alguna trucha. Me incorporo al escuchar que alguien se acerca.
Es un señor mayor, un anciano que rondará los 80, y se acerca con esa mirada
directa que anuncia una conversación. “Qué, hay truchas”. “No lo sé pero desde
luego no se ve ninguna”. “Con las truchas que había aquí antes. Y no sólo
truchas, también cangrejos. De joven, cuando me apetecía merendar cangrejos o
cenar truchas sólo tenía que bajar al río un rato y ahora…”
Rojo pacharán
Apoyado en la barra veo cómo el pacharán navarro cae desde la botella en mi copa. Y vuelvo a sorprenderme con su bonito color rojo cereza, lleno de brillos al chocar con el fondo de la copa.
La historia del pacharán
Normalmente la primera vez que alguien te da a probar el pacharán te cuenta alguna historia sobre su origen. Por ejemplo que hace cien años el pacharán se tomaba en cuchara, como un jarabe para el dolor de estómago. Que lo guardaba la madre junto a otros remedios y se lo daba hasta a los niños cuando les dolía el estómago. Y que muchas veces los niños mentían a la madre para que les diera una cucharada.
Vuelvo a pescar
Hoy
me he levantado muy temprano. No hacía falta madrugar pero me era prácticamente
imposible dormir. Como cuando era chico: todavía recuerdo cómo la ilusión me
desbordaba cuando se acercaba el primer día de apertura de la veda de pesca. La
noche de víspera era imposible dormir: me imaginaba en el río, una trucha
enganchada al otro lado del sedal… Daba igual que al día siguiente no pescara
nada, que durante el año pescara únicamente algunas chipas y barbos… porque el
año siguiente de nuevo no dormiría la víspera de la apertura de veda
imaginándome con una gran trucha en el sedal.
Pedir perdón
Hace
unos días me quedé sorprendido al ver en televisión a una personalidad pidiendo
perdón públicamente por algo que había hecho mal. “Lo siento mucho, me he
equivocado. No volverá a ocurrir.”
Carajillo de pacharán
Después
de cenar no tomo café porque luego me resulta imposible dormir. Sí, ya sé que
también lo puedo tomar descafeinado, pero cuando lo hago tampoco duermo bien:
será la sugestión de su sabor, las dudas por si se equivocaron… así que también
lo evito.
Cotilleos
Hoy he comido cerca de casa de mis padres y me paso a tomar la copa de pacharán con ellos. Les gusta tomar el pacharán como a mí, a pequeños sorbos, mientras hablamos de nuestras cosas.
La
vida familiar siempre la hemos hecho en la cocina y así sigue siendo. También
mantengo mi rutina al entrar en ella: me acerco al televisor, siempre
encendido, y apago el siempre presente programa de cotilleos. Es curioso el
nombre del que suele estar en la pantalla, Sálvame, porque salvado me siento en
cuanto lo apago.
Maestro de nada
Las
comidas familiares suelen comenzar con algunos nervios: ¿está la mesa puesta?,
al asado le falta media hora, ¿dónde está el vino?, no me digas que nadie ha
metido el cava al congelador…
Pero
terminan en un momento de relajación y conversación con la copa de pacharán
navarro que siempre tomamos después del café. Tomamos la copa como más nos
gusta, a pequeños sorbos, mientras hablamos de cualquier cosa: del tiempo, de
los peques, de las plantas…
Umami
La semana pasada hice una cata y en ella me hicieron recordar cosas que ya casi tenía olvidadas. “¿Cuántos sabores hay?” nos preguntaban, “Cuatro” respondíamos todos: “salado, ácido, dulce y amargo”. Dónde se detectan, por qué,...
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