Me encanta hacer la compra y los días que estoy relajado le dedico un buen rato para
hacerla con calma. Procuro ir a supermercados bien surtidos y comparo
diferentes marcas conocidas, también marcas blancas. Con éstas suelo practicar
un “juego” para investigar acerca del elaborador de cada producto de la gama
blanca del supermercado en cuestión. Para ello busco los datos de registro
sanitario y número de embotellador porque en ellos se identifica la provincia
de elaboración. Para dar el siguiente paso es necesario tener una idea de los
fabricantes de ese producto que puede haber en esa provincia, buscarlos en el
lineal y comprobar si el número de registro es el mismo. Así puedes comprar un
producto de línea blanca de la misma calidad que el de marca por menor precio…
siempre que el fabricante haya puesto lo mismo en sus dos líneas de producto,
algo que, sinceramente, yo nunca haría si fuese el dueño de una marca de
prestigio.
Pacharán ETXEKO: cuando bien no es suficiente
La botella de Etxeko Patxarana es muy
fácil de reconocer: vidrio verde mateado con una inconfundible etiqueta color
sepia como de papel envejecido. Todos los pacharaneros la reconocemos como uno
de los grandes clásicos del pacharán cuando no como uno de los mejores, de esos
que se vienen a llamar premium. Por eso cuando hoy abrimos la botella lo
hacemos casi con reverencia.
Servimos la copa y apreciamos
un bonito e intenso color rojo. Al inclinarla distinguimos un ribete anaranjado
que no le resta ningún atractivo.
Pacharán MOS DE P'AS: lo barato sale caro
La semana pasada mi amigo
Santiago me trajo una botella de este pacharán porque le llamó la atención
su extraño nombre en Alcampo y la compró para probarla juntos. Acertó que no la
conocía al estar hecha lejos de mi tierra: y es que el pacharán está elaborado
en Toledo.
Pacharán comercial: las catas del blog
Hasta ahora en el blog nos
hemos dedicado a tratar de aclarar muchas cosas que nos interesan a los
pacharaneros: cómo elaborar un buen pacharán casero, el por qué de las cosas
que ocurren cuando lo elaboramos o conservamos en casa, qué es un anisado y
cómo elaborarlo… Vamos, que hemos dejado de lado el pacharán comercial y nos
hemos dedicado a nuestro pacharán casero.
Sin embargo en realidad muchos pacharaneros bebemos más pacharán fuera de casa que en nuestro hogar y, por
ello, bebemos más pacharán comercial que casero. Porque a nosotros no nos
engañan: sabemos que lo que nos ofrecen en muchos bares y restaurantes como
casero no es más que pacharán de garrafa, hecho en un polígono industrial sin
ningún cariño ni cuidado ya que nadie verá nunca ni la marca ni el nombre de
quien lo elabora.
Y el caso es que si bebemos más
pacharán comercial que casero… ¿por qué no hablar de él en elblogdepacharán? Y
mejor aun que hablar de él, ¿por qué no probarlos?
¿Baja el grado del anisado al hacer pacharán?
La
respuesta a esta pregunta es muy breve, SÍ, claro que baja el grado, pero para
rellenar un poco la entrada buscaremos la explicación como acostumbramos en el
blog.
Cuando
añadimos endrinas al anisado estamos añadiendo un volumen importante (alrededor
del 20%) de frutos sin nada de alcohol. Desde el inicio de la maceración del
pacharán los frutos van a absorber azúcar y alcohol del anisado hasta que se
igualen sus concentraciones. Observamos que absorben estas características
porque si las probamos cuando llevan dos semanas macerando ya nos saben alcohólicas
y dulces. Sin embargo vemos que están enteras: no se han roto a pesar de lo que
han absorbido. ¿Por qué? Porque a la vez que absorben azúcar y alcohol del anís
ceden gran parte de su zumo a través de la piel junto con la acidez, el color,
el aroma…
¿Dónde hago mi pacharán casero?
Estoy
dando un paseo por el campo y veo que en la orilla de los caminos hay zarzas de
moras y también endrinos. Algunos están entremezclados y, mientras como algunas
moras muy dulces, intercalo alguna endrina para volver a sorprenderme con su
contraste seco, astringente y todavía ácido aunque ya sea otoño. Más adelante
veo varios endrinos cargados de fruta: se ve que este año hay muchos arañones,
como les llamamos en Navarra. Y así, de improviso, tomo mi decisión: este año
haré pacharán.
Como
tengo cerca el coche primero cojo la cesta que en esta temporada llevo en el
maletero para recoger setas: seguro que las endrinas agradecerán los mismos
cuidados que dedico a los hongos para que no se rompan. Al cabo de un rato
recogiendo endrinas noto el peso en la cesta y calculo que habré recogido entre
dos y tres kilos, más que suficiente para los 12 litros de pacharán que
pretendo hacer. Así que dejo en los arbustos las endrinas que quedan, tampoco
es cuestión de seguir arañándose por nada, y paso un rato cogiendo moras que
están dulcísimas en el inicio del otoño y seguro que la familia las aprecia
como postre.
¿Son mejores las endrinas pequeñas para hacer pacharán?
Los
pacharaneros sabemos que hay endrinas de diferente tamaño. A veces una zona
concreta tiene endrinas más gruesas que otra, o podemos encontrar también en
una misma zona arbustos con endrinas grandes entre otros arbustos con endrinas
más pequeñas. Y nos asalta la duda: cuáles serán mejores para hacer pacharán?
¿Por qué hay endrinas de diferentes tamaños?
Nos llega esta pregunta al blog y nos sorprende no haber escrito todavía una entrada tratando el tema. Porque es cierto que todos los pacharaneros nos hemos encontrado con endrinas de diferentes tamaños… y también de diferentes formas. ¿Por qué? Para averiguarlo tendremos que conocer más acerca del arbusto.
Ya
sabemos todos que la endrina es el fruto del arbusto Prunus spinosa. Pertenece por tanto al género Prunus, formado por árboles y arbustos del la familia Rosaceae. Este género incluye variedades
cultivadas por sus frutos como la ciruela, cereza, albaricoque, melocotón y
almendra, también muchos otros arbustos de frutos menos cotizados que se
mantienen de forma silvestre como el endrino.
¿Puedo usar alcohol de farmacia para hacer pacharán?
Nos
llega un mensaje al blog en el que nos informan de una receta para elaborar
pacharán casero utilizando alcohol de farmacia. No es una receta tradicional ya
que no utiliza anís, sólo alcohol de farmacia “para hacer licores”. No sabíamos
que en las farmacias vendieran otro alcohol que el de desinfectar y, por ello,
actuamos como solemos en el blog: comprobándolo directamente. Preguntamos en
una farmacia por el alcohol que venden y sólo tienen los botes de plástico con
alcohol para desinfectar. Les
preguntamos por botellas de un litro para consumo y, tomándonos por alcohólicos
o algo peor, nos dicen que en las farmacias no venden ningún alcohol apto para
el consumo ya que el que venden es para desinfectar heridas y superficies.
Combinando el pacharán: PATONIC
Llevamos un
tiempo en el que el gintonic es el rey de los combinados: se toma en el aperitivo, en la sobremesa, en la terraza de
verano, en el pub por la noche… Hasta nos ofrecen en restaurantes, bares y
cafeterías una carta con gran variedad de marcas de ginebras y tónicas, cada
una buscando lo que llaman el “perfect serve” y que viene a ser la forma ideal
de combinar los aromas de los dos ingredientes… Claro que después puede
arruinarse cualquier aroma con el añadido de especias, frutas y demás
ingredientes que comienzan a ser habituales para desesperación del “maestro
destilador” que definió la combinación exacta de los “botánicos” de la ginebra.
El caso es que
a rebufo de la moda los gintonic han comenzado a aparecer otras ofertas con el
sufijo tonic: vodkatonic, limoncello tonic...
Y claro, ¿por
qué no seguir la corriente con un pacharantonic? Respuesta: no, con el pacharán no hace falta que nos apuntemos a esta moda.
La explicación nos la sirve en bandeja nuestro amigo Iñaki desde Vitoria: qué
moda ni qué leches, si él lleva más de 20 años consumiendo su combinado de
pacharán con tónica, mucho antes de la moda esta de los gintonic. 20 años lleva sorprendiendo
con su combinado en cuantos bares y restaurantes ha visitado, siguiendo su
pasión por la bicicleta.
Llamaremos al
combinado con el nombre que le puso: patonic. Y, para estar seguros de que preparamos el
patonic en su “perfect serve”, seguiremos al pie de la letra la receta de Iñaki:
El aroma del pacharán
El sentido del olfato es,
junto a la vista, el más desarrollado: con estos dos sentidos podemos
diferenciar tal cantidad de matices que dejan muy pobre al tercer sentido
implicado en la cata, el gusto. Y es que frente a los sólo cinco sabores que
podemos apreciar (ácido, salado, ácido, amargo y umami) son millones los
diferentes aromas que podemos encontrar… aunque claro, una cosa es que esos
aromas estén y otra que seamos capaces de diferenciarlos si no tenemos un buen
olfato.
¿Qué podemos hacer para
mejorar este sentido? Simplemente usarlo, ponerlo en funcionamiento:
entrenarlo. ¿Cómo? Oliendo diferentes aromas para que nuestro cerebro sea capaz
de reconocerlos cuando nuestro olfato vuelva a encontrarlos. Para ello podemos
encontrar un estupendo campo de entrenamiento en un mercado bien abastecido: en
él podemos oler muchas especias si hay un puesto dedicado a su venta, muchos
aromas frutales y vegetales en la frutería, y recorriendo el mercado nos
encontraremos con diferentes aromas de pan y pastelería, salazones, tierra y
humedad en el puesto de plantas…
Combinando el pacharán: la Pantera rosa
Hace algunos
años, digamos que unos 20, la coctelería era más popular que ahora. No, no
quiero decir que anduviéramos pidiendo cócteles en copa de vermouth por los
bares: sólo que era habitual hacer cócteles y combinados caseros en fiestas,
cumpleaños… Era fácil encontrar en esas ocasiones recetas conocidas y repetidas
por todos junto a otras más personales que muchas veces dependían, simplemente, de las existencias del mueble bar.
Hace ya años
que todo este saber popular fue borrado por la dictadura del combinado con
refresco, más todavía ahora mismo con la moda del gintonic que reina por igual en la hostelería y en el hogar Por eso ya casi nadie
se acuerda de nombres tan curiosos como la leche de pantera, el lugumba, el cuá-cuá… o como
la pantera rosa que hoy recuperamos.
El color del pacharán: Turbidez
El color de cualquier objeto
o líquido lo describimos a través de tres características: tonalidad,
intensidad y brillo. Hablemos hoy del brillo y de su opuesto, la turbidez.
Y es que muchas veces vemos
los líquidos turbios: el agua del río cuando ha llovido mucho y lleva riada, un
vaso que ha contenido leche cuando lo llenamos de agua… Estos líquidos los
vemos turbios porque tienen sólidos en suspensión que no dejan pasar la luz: la
reflejan o refractan en diferentes ángulos de forma que la luz no puede
atravesar recta el líquido. Las partículas sólidas reflejan todos los colores de la luz que no absorben y lo hacen en todas las direcciones de forma que una parte de la luz se refleja muchas veces dentro del líquido. Esto hace, por un lado, que no veamos al través de
estos líquidos (la luz no pasa y por lo tanto nos queda velado lo que hay
detrás) y por otro que lo veamos con ese aspecto turbio, como mateado o blanquecino. En
función de la cantidad de sólidos lo veremos con diferentes niveles de turbidez
que, de menos a más, sería: brillante, tomado, opalescente, jaro, lechoso, turbio.
Evidentemente cuando un
líquido está muy limpio, sin sólidos en suspensión, lo veremos brillante porque
toda la luz pasa a su través. Su color se verá nítido, bonito, y la luz dejará
reflejos en él como si realmente brillara.
Sin embargo cuando un líquido
está turbio se ve con poco color, bastante pálido. Nos ocurre muchas veces con
el pacharán que hacemos en casa: no se ve brillante al separar las endrinas
pero si lo dejamos decantar y lo filtramos el pacharán se verá limpio y… con
más color que antes. ¿Por qué ocurre esto?
El color del pacharán: Intensidad
El color de cualquier objeto o líquido lo describimos a
través de tres características: tonalidad, intensidad y brillo. Prestaremos hoy
atención a la intensidad.
Recordamos de las clases de física del instituto que
cuando la luz atraviesa los líquidos éstos se verán más o menos coloreados en
función de la cantidad de luz que absorban. Esto nos lo explicaban así porque
es más sencillo de entender pero en realidad sabemos que el color de los
objetos es el de la luz que reflejan y lo mismo ocurre en los líquidos: son del
color de la luz que no los atraviesa, del color de la luz que reflejan (ver la entrada anterior, la tonalidad). Y cuanto más cantidad de
luz de ese color reflejen los veremos con mayor intensidad de ese color.
El color del pacharán: la tonalidad
El color de cualquier objeto
o líquido lo describimos a través de tres características: tonalidad,
intensidad y brillo.
La tonalidad o tono es por
tanto una de las cualidades fundamentales del color. Se puede definir como el
grado en el que un estímulo es idéntico o difiere de los colores primarios
(rojo, amarillo y azul). Así, el color predominante en el pacharán será el rojo
pero tendrá una tonalidad diferente en función de cómo se separe del rojo puro
por la mezcla con los otros colores primarios.
Pero antes de avanzar más en
el color del pacharán recordemos lo aprendido en las clases de ciencias: los
objetos absorben radiaciones solares y en función de cuáles reflejen los
veremos de un color o de otro. Así, si una superficie no absorbe ningún color y
refleja toda la radiación la veremos blanca. Si no absorbe el color verde y lo
refleja lo veremos verde. Sin embargo si un objeto absorbe toda la radiación
solar lo veremos negro porque no refleja ningún color.
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